domingo, 1 de abril de 2018

Reseña de Hasta que la boda nos separe


una nueva comedia mexicana, dirigida por Santiago Limón, protagonizada por Diana Bovio, Héctor Holten, Gustavo Egelhaaf, Roberto Palacios y con la participación especial de Adal Ramones ¿Una comedia irreverente, exótica, digna de ver? ¿El tercer fracaso del cine mexicano en el año?
En los últimos años el cine mexicano ha estado plagado principalmente por comedias un género muy rentable en taquilla al ser uno de los preferidos del público mexicano, donde hemos podido gozar de excelentes películas pero este 2018 sobre todo ha estado sobre saturado con varias producciones que empiezan evidenciar un desgaste en la fórmula y la apuesta de producciones de una calidad que deja mucho que desear .
En lo que respecta a Hasta que la boda nos separe es una cinta meramente palomera que peca en excesos justificándose que al ser una comedia se puede valer de recursos un tanto absurdos y clichés con una premisa excesivamente predecible y básica, sin un argumento complejo o historia de trasfondo, la cinta no tiene mayores pretensiones que ser una cinta palomera que trata de hacer reír al espectador, aunque la carencia de un guion solido, chistes de pastelazo excesos de clichés, hagan que no funcione y es que la única premisa que maneja es sobre la boda de una pareja que se sale totalmente de control, la familia de la novia es de clase media alta pero pretenciosa, con nexos con los políticos mientras que la familia del novio son de clase baja y muestran ser un total desastre, pero ambas terminan conviviendo forzados, pero al entrar en juego el alcohol demuestra como el vicio hace perder a cualquier persona sin importar su clase social, dando pie a una serie de situaciones exóticas, irreverentes pero que carecen totalmente de sentido.
En ese sentido tenemos personajes unidimensionales, simples y con los cuales es difícil sentir empatía, es difícil rescatar el trabajo actoral de alguno de ellos ya que al estar la mayoría supuestamente “borrachos” y con eso como justificación el poder actuar de mala manera, pareciera que no es un esfuerzo, sumado a las limitantes de un guion vació, carente de sentido, los protagonistas tratan de dar su mejor esfuerzo siendo los únicos cuerdos  Gustavo Egelhaaf que interpreta a Daniel y Diana Bovio que interpreta a Maria la pareja que se va a casar pero al avergonzarse de sus respectivas familias con tal de que no arruinen la boda de sus sueños deciden montar un plan de emborracharlos siendo los únicos personajes con un sentido tienen un trabajo aceptable pero no destacable.
Es una cinta prescindible, poco (o nada) recomendable y que no está a la altura de las grandes comedias que se habían estrenado en los últimos años,  ubicándose junto con cintas como “Tuya, Mía te la apuesto”  y “Lo más sencillo es complicarlo todo” como las más flojas, decepcionantes y peores películas mexicanas en mucho tiempo.


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