una nueva comedia
mexicana, dirigida por Santiago Limón, protagonizada por Diana Bovio, Héctor
Holten, Gustavo Egelhaaf, Roberto Palacios y con la participación especial de
Adal Ramones ¿Una comedia irreverente, exótica, digna de ver? ¿El tercer
fracaso del cine mexicano en el año?
En
los últimos años el cine mexicano ha estado plagado principalmente por comedias
un género muy rentable en taquilla al ser uno de los preferidos del público
mexicano, donde hemos podido gozar de excelentes películas pero este 2018 sobre
todo ha estado sobre saturado con varias producciones que empiezan evidenciar
un desgaste en la fórmula y la apuesta de producciones de una calidad que deja
mucho que desear .
En
lo que respecta a Hasta que la
boda nos separe es una cinta meramente palomera que peca en excesos justificándose
que al ser una comedia se puede valer de recursos un tanto absurdos y clichés con
una premisa excesivamente predecible y básica, sin un argumento complejo o
historia de trasfondo, la cinta no tiene mayores pretensiones que ser una cinta
palomera que trata de hacer reír al espectador, aunque la carencia de un guion solido,
chistes de pastelazo excesos de clichés, hagan que no funcione y es que la única
premisa que maneja es sobre la boda de una pareja que se sale totalmente de
control, la familia de la novia es de clase media alta pero pretenciosa, con
nexos con los políticos mientras que la familia del novio son de clase baja y
muestran ser un total desastre, pero ambas terminan conviviendo forzados, pero
al entrar en juego el alcohol demuestra como el vicio hace perder a cualquier
persona sin importar su clase social, dando pie a una serie de situaciones exóticas,
irreverentes pero que carecen totalmente de sentido.
En
ese sentido tenemos personajes unidimensionales, simples y con los cuales es difícil
sentir empatía, es difícil rescatar el trabajo actoral de alguno de ellos ya
que al estar la mayoría supuestamente “borrachos” y con eso como justificación el
poder actuar de mala manera, pareciera que no es un esfuerzo, sumado a las
limitantes de un guion vació, carente de sentido, los protagonistas tratan de
dar su mejor esfuerzo siendo los únicos cuerdos Gustavo Egelhaaf que interpreta a Daniel y Diana
Bovio que interpreta a Maria la pareja que se va a casar pero al avergonzarse
de sus respectivas familias con tal de que no arruinen la boda de sus sueños
deciden montar un plan de emborracharlos siendo los únicos personajes con un
sentido tienen un trabajo aceptable pero no destacable.
Es
una cinta prescindible, poco (o nada) recomendable y que no está a la altura de
las grandes comedias que se habían estrenado en los últimos años, ubicándose junto con cintas como “Tuya, Mía te
la apuesto” y “Lo más sencillo es
complicarlo todo” como las más flojas, decepcionantes y peores películas mexicanas
en mucho tiempo.
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